Inhalo tu desesperanza:
la resonancia de tu tiempo,
del mío; del nuestro. Del que vendrá.
Anhelo tu templanza, viva,
serena, y tu conformismo.
Yo, mientras, ruedo en lucecitas,
en voluptuosas tempestades.
Exhalo escarcha residual;
decrépito urbano sediento
de agonía y rebelión.
Transpira la total conciencia,
la que es colectiva, fugaz,
nos avisa que no debemos,
pero hacemos, siempre, el mal.
Nos ahogamos en indiferencia,
pulcros, miramos para otro
lado. El lodo nos embarra;
sólo vemos al enterrado.