Te quiero en la siembra de tu niñez
preñado de soledad, mustia tortura
ajeno a otros mundos, en escasez
perdido entre guijarros voladores
Te quiero descubrir en esas horas
imberbes, pueriles, frías, marchitadas
Debajo de tu manto tibio, a solas
construyendo una coraza de frialdad
Te quiero adormecer niño-hombre
balancearte, acunarte, rescatarte
de la sordidez que no posee nombre
protegerte de tu propia apatía
Te quiero hombre, te quiero niño
Te quiero en tu adultez cándida
vaciándote de todo lo mezquino
sopor pasado, tu presente intacto
Te quiero niño, te quiero hombre
sin dolor, sin escondites y sin miedos
Te quiero niño, te quiero hombre
fluyendo en libertad sobre ti mismo
Unas palabras llenas de caricia-cariño hacia el hombre que amas y concibes en tu mente.
ResponderEliminarJeroni
Así es, una retrospectiva a su niñez, la que hubiera querido proteger...
ResponderEliminarMaravilloso a la vez que sincero y directo. Gracias por ver con tanta belleza y poesía momentos de amargura, gracias por convertir en arte la suciedad.
ResponderEliminarGracias por querer y no poder, y gracias por entender.
Gracias a ti por comentar, jomío, que esto es un milagro o algo parecido, y no te lo tomes a mal, todas las musas sois iguales, sois centro de la inmersión poética de las lunáticas y lunáticos como yo y ni os dais cuenta de la belleza que desprendéis...
ResponderEliminarMe ha encantao, si señor, precioso. Mil besos. Mariángeles.
ResponderEliminarGracias mi niña, muchas gracias. Un beso enorme..
ResponderEliminarGenial, hay acá un poetiza de puta madre! Comparto una plegaria similiar, aunque no tan linda como la que acabé de leer recién:
ResponderEliminarNo me preguntes por qué te quiero, no me preguntes. No me preguntes por qué tus ojos son lo primero que buscan mis días despertar y la última espera mis noches volver a soñar. No me preguntes por qué te existo, por qué estoy aquí, por qué te busco en el empujón de los días agitados por las horas que el mundo me reclama y que avanzan sin embargo juntando retacitos de tu imagen como un alud que estalla en mi pecho y me devuelve de donde vengo a tus brazos encuentro y estoy. No me preguntes, te digo, por qué te quiero. No preguntes por luces y sombras que vendrán, yo no sé hablar estos futuros ni tampoco entiendo mucho qué pasados me trajeron a donde soy. No me preguntes el escándalo, la bronca, la sonrisa o el sol. No me preguntes, por favor. Di, sencillamente: Te quiero porque te quiero. Porque sos te quiero. Te quiero porque estoy. Te quiero porque soy. Te quiero no sé por qué te quiero. Te quiero y yo te creo. Te quiero, amor.
Del libro: "Tan lejos que olvidar volver"