En
nuestra primera noche
nos
bebimos la ciudad entera
¡Con
tanta sed nos besamos;
como
sólo lo hacen dos desérticas tierras!
Me
abrazaste en tu pecho,
mientras
dormías, yo vigía
oteando
la inmensidad de tu cuerpo
tu
mano, en la mía…
En
nuestra primera vez quise huir contigo,
¡propusimos
tantos sitios¡
Que
no sabíamos que nos esperaba una cama,
de
colchas marinas, y nuestras ganas desparramadas
En
nuestra primera vez acordamos
no
querernos demasiado,
no
saber qué sentíamos
y
posponernos para otra mañana
¿Y
sabes?, aún recuerdo la nieve
sobre
la cama, sobre mis párpados,
sobre
la luna, sobre el tejado
Y aún recuerdo la nieve
derritiéndose aguada sobre el asfalto
Y aún recuerdo la nieve
derritiéndose aguada sobre el asfalto
Virtudes Montoro López © 2013
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