Llueve retazos de ti
sobre un diálogo silente
Llueve retazos de mí
en una sucia y negra nieve
A cántaros nos deslizamos
hacia alcantarillas sedientas:
depósitos de lagrimales vahos
Llueve retazos de ti
sobre la colina de mi vientre
Llueve retazos de mí
sobre tu costra-simiente
Sin atino, nos escurrimos los besos,
los tendemos a la gris intemperie
Y, ahí, ésos, tan deseados, en sotavento
se secan en decrepitud acrílica.
No hay comentarios:
Publicar un comentario