FASE II
Volvemos a la hora de estar con nosotros mismos, y nos preguntamos, ¿qué es lo que he conseguido de esta vida? Te respondes: NADA.
Somos personas que tenemos muchas cualidades, que somos listos, que le encontramos solución a lo imposible.
Se habla de una cárcel donde sólo hay incultos, analfabetos. Es verdad, pero también es verdad que al más inculto de aquí no le vas a engañar fácilmente. Estoy seguro que se engaña antes a un intelectual que al más inculto y analfabeto de aquí.
Es asombrosa la facilidad que un “inculto” tiene para ver el error que ha cometido, pero a la vez es tan ignorante para solucionarlo, que sus errores se quedan aparcados hasta que vuelve a cometerlos a través del mismo error.
Es ahí donde yo estoy de acuerdo con la sociedad, no se puede vivir en ésta cuando existe la chispa de ¿cuándo me tocará a mí?
No tratemos de ocultar la realidad entre unos barrotes, la vida debe ser enseñada tal y como es y sin ninguna tapadera.
Descubramos la palabra libertad. Tan solo se habla de ella cuando alguien de la “alta sociedad” ha sido secuestrado por un grupo de gente que son unos terroristas contra todos y contra la libertad democrática. Entonces empiezan: “que no se merece esto, que tiene mujer e hijos”
Entonces nosotros, ¿sí nos lo merecemos?
Sí, estamos de acuerdo que un delito hay que pagarlo, pero si solo se tratara de estar X tiempo entre rejas lo soportaríamos como hombres y mujeres. Pero cuando la justicia te condena ese X tiempo, no se reduce a esto, sino que te están condenando hasta la hora de tu muerte. Es una condena de por vida y, ¿quién te paga eso? Nadie.
¡Qué fácil es decir soy libre, voy donde quiero, tengo un rumbo!
Es bonito tener una ilusión, pero llega un día y te dicen; tú eres un ex convicto y te hundes como un barco en alta mar. Ya no hay ilusiones, futuro, ni tan siquiera tienes libertad, y vuelves a ser eso que un día te hacía sentir importante; cuando la gente te tenía miedo, y es aquí donde se forma el círculo de terror.
Te crees más que ellos, aunque en el fondo de tu ser sepas que has llegado a lo más hondo de la cloaca, pero te sientes grande.
Hoy por hoy todo tiene solución menos la muerte, entonces por qué ser más que otro ser humano. Se sabe que cada persona tiene su propio destino, su propio barco de la vida, ¿por qué querer hundir ese barco? Con lo bonito que sería que cada cual siguiera su rumbo
Desde pequeños se nos enseña a no meternos en el rumbo de nadie, pero parece que cuánto más grande nos volvemos, le vamos perdiendo el respeto a ese rumbo. ¿Qué tormenta nos invade para meternos en lo ajeno?
La vida que hay entre rejas te vuelve a enseñar, como si fueras un niño, a saber, o mejor dicho, a respetar el rumbo de otra persona. También se aprende a ser conservador, a no meterte en lo que no te importa.
He de admitir, que entre muros, falsedad y mentiras, hay una cosa que la sociedad de “ahí afuera” tiene que envidiarnos, y es a saber vivir con tu propia vida y no con la de los demás, y por encima de todo, a saber respetar a las personas. Con la conclusión de ser tú, y solamente tú, y nadie más,
Lo que la sociedad nunca podrá olvidar es que HEMOS TROPEZADO PERO NO HEMOS CAIDO.
UN PRESO MÁS.
Emilio Montoro López 29 de Marzo de 1997
Somos personas que tenemos muchas cualidades, que somos listos, que le encontramos solución a lo imposible.
Se habla de una cárcel donde sólo hay incultos, analfabetos. Es verdad, pero también es verdad que al más inculto de aquí no le vas a engañar fácilmente. Estoy seguro que se engaña antes a un intelectual que al más inculto y analfabeto de aquí.
Es asombrosa la facilidad que un “inculto” tiene para ver el error que ha cometido, pero a la vez es tan ignorante para solucionarlo, que sus errores se quedan aparcados hasta que vuelve a cometerlos a través del mismo error.
Es ahí donde yo estoy de acuerdo con la sociedad, no se puede vivir en ésta cuando existe la chispa de ¿cuándo me tocará a mí?
No tratemos de ocultar la realidad entre unos barrotes, la vida debe ser enseñada tal y como es y sin ninguna tapadera.
Descubramos la palabra libertad. Tan solo se habla de ella cuando alguien de la “alta sociedad” ha sido secuestrado por un grupo de gente que son unos terroristas contra todos y contra la libertad democrática. Entonces empiezan: “que no se merece esto, que tiene mujer e hijos”
Entonces nosotros, ¿sí nos lo merecemos?
Sí, estamos de acuerdo que un delito hay que pagarlo, pero si solo se tratara de estar X tiempo entre rejas lo soportaríamos como hombres y mujeres. Pero cuando la justicia te condena ese X tiempo, no se reduce a esto, sino que te están condenando hasta la hora de tu muerte. Es una condena de por vida y, ¿quién te paga eso? Nadie.
¡Qué fácil es decir soy libre, voy donde quiero, tengo un rumbo!
Es bonito tener una ilusión, pero llega un día y te dicen; tú eres un ex convicto y te hundes como un barco en alta mar. Ya no hay ilusiones, futuro, ni tan siquiera tienes libertad, y vuelves a ser eso que un día te hacía sentir importante; cuando la gente te tenía miedo, y es aquí donde se forma el círculo de terror.
Te crees más que ellos, aunque en el fondo de tu ser sepas que has llegado a lo más hondo de la cloaca, pero te sientes grande.
Hoy por hoy todo tiene solución menos la muerte, entonces por qué ser más que otro ser humano. Se sabe que cada persona tiene su propio destino, su propio barco de la vida, ¿por qué querer hundir ese barco? Con lo bonito que sería que cada cual siguiera su rumbo
Desde pequeños se nos enseña a no meternos en el rumbo de nadie, pero parece que cuánto más grande nos volvemos, le vamos perdiendo el respeto a ese rumbo. ¿Qué tormenta nos invade para meternos en lo ajeno?
La vida que hay entre rejas te vuelve a enseñar, como si fueras un niño, a saber, o mejor dicho, a respetar el rumbo de otra persona. También se aprende a ser conservador, a no meterte en lo que no te importa.
He de admitir, que entre muros, falsedad y mentiras, hay una cosa que la sociedad de “ahí afuera” tiene que envidiarnos, y es a saber vivir con tu propia vida y no con la de los demás, y por encima de todo, a saber respetar a las personas. Con la conclusión de ser tú, y solamente tú, y nadie más,
Lo que la sociedad nunca podrá olvidar es que HEMOS TROPEZADO PERO NO HEMOS CAIDO.
UN PRESO MÁS.
Emilio Montoro López 29 de Marzo de 1997
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