jueves, 10 de junio de 2010

UN PRESO FASE III


FASE III


Llega un día en el que te paras a pensar en todo lo malo que has hecho y nos arrepentimos de corazón, pero, ¡a quién le importa eso!
Vivimos cada día con una sola ambición: ser libres.
Cuando llega ese gran día, todo es de color de rosa, ¡sí!, muy bonito. Es a partir de ahí cuando de verdad tienes que demostrar que esto solo te ha servido para un propósito; ser uno más en la sociedad. Crear un límite entre tú y el pasado.
Decimos que el pasado es pasado, pero la realidad es el pasado, y si no hagan la prueba. Jamás será lo mismo tenerlo lleno de tinieblas como tener uno de “jardín del Edén”.

Los hombres se definen como el “MACHO”, el dominante. La vida progresa, por qué entre barrotes todo se para y no progresa, ¿por qué esta marginación al progreso?
Yo pienso que si la realidad de aquí se mostrara a los de afuera, éstos llegarían pensar que aquí estamos en la edad de piedra.

Me gustaría mostrar al exterior ese momento de soledad y los barrotes. Qué penoso es sentir como día que pasa se muere algo que forma parte de ti. Es increíble cómo se llega a parar el tiempo entre muros.
Veo todos los días a gente mucho mayor que yo que llevan años, muchos años de condena y están igual que cuando entraron, sin arrugas, sin deformaciones en los rostros.
Es increíble pero cierto. Mi caso mismo, tengo veintiséis años, entré con veintitrés y nadie me echa más de veinte.
Me pregunto, qué elixir de juventud tiene estos malditos lugares que nos conserva el físico como el de unos críos que estuvieran empezando a vivir.
La verdad es que tenemos un interior de puro mármol, como si los años no pasaran por nosotros. ¡Qué duros nos hacemos entre cemento y barrotes!

Nos quieren enseñar a trabajar, a estudiar. Yo me he preguntado muchas veces ¿por qué no nos enseñan a ser personas?
Es impredecible saber convivir con los demás. La verdad es que no sabemos ni convivir ni con nosotros mismos. De ahí que cuando salimos nos queramos superar a los demás.

Hay que comprender la situación de cada persona. Volvemos al principio de la polémica sociedad.
Comprendo que la gente que dice “ten cuidado de aquel porque….”
¡Hostias qué después de estar X años sin hacer nada, tan solo comer y dormir que salgamos y nos den un desempleo!
Me pregunto, ¿para qué? Para NADA. Nos tiramos todo ese tiempo sin hacer nada y ahora salimos y seguimos sin hacer nada, con la ventaja que llega un día de cada mes y solo tienes que cobrar. Si ya de por hecho somos flojos, encima seguimos con la rutina de los años en los que no hemos hecho otra cosa que estar tirados mirando el techo de nuestros chabolos.
¿Por qué no, el Estado, nos da un puesto de trabajo? Hasta la sociedad nos miraría de otra forma.
Es bonito tener obligaciones, de las que estemos orgullosos, comprobar que somos iguales que los demás.
Yo pienso que la cruz la llevaríamos como un presagio que con el tiempo, y con una gran fuerza y personalidad podríamos superar esa tormenta de la que hablé, y de la que nosotros nos llevamos el peor rayo.

Deberíamos pararnos a reflexionar, y por supuesto, enseñar a las generaciones que vienen por detrás a evitar las malditas drogas y la marginación, que, como un puzzle, acaban formando la composición de estos penosos lugares, cementerios de hombres vivientes donde, una manera u otra, “EL TONTO SE HACE LISTO Y EL COBARDE VALIENTE”.




EMILIO MONTORO LOPEZ 29 DE MARZO DE 1997





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