Alzo el cuello, como un cisne arrogante,
ahora, cuando nos comimos todas las esquinas
Desde una distancia de seguridad te lanzo el guante
mientras en el aire huele a rumiadas tizas
No hubo ocasión de contarte,
ni leer arrejuntados las esquelas
no tuve, por mi bien, que consolarte
ni tú, por el tuyo, ponerme treinta seis velas
Quería tan sólo decirte
que me he vuelto abstemia y no fumo,
que me cuido, sin propósito, pero que sobre todo
ya no te busco.
precioso...
ResponderEliminarGracias por tu generosidad, EvaLí
ResponderEliminarHay vicios imposibles y otros que, sencillamente, nos harán reyes.
ResponderEliminarBss.
Venciste por dos veces, al vicio que enferma y al que mata. Muy bueno.
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