En la claridad de tus dientes
adivino tu risa, amansa mi calma
me vuelvo sumisa.
Huecos imperfectos de delicada armonía
donde se filtra tu esencia y la mía.
Eres calmo, presuroso por adelantar un beso
que te asoma por la desaliñada comisura.
Frágil te me presentas, como un niño
que ansía con fetal hambre una caricia.
Te observo cuando no miras, a escondidas,
para reconciliarme contigo y conmigo,
para aprender a amarte sin ira,
y perdonarte y perdonarme, a solas.
En los campos que siembras y que espesan
al abrigo te tus mimos, te miro.
Con quietud y soslayo agujereas la tierra
y me dedicas de nuevo tu risa siempre
tan imprevista y fácil.
La curtida piel descastada en abrasadoras brumas,
las heridas abiertas de los años en tu rostro;
te dedico mis ojos mientras amansas frutos vespertinos.
Transplantas tus recuerdos en los míos, siempre alertas,
me he enredado en tu memoria dormida
he existido tu existencia.
Me he adormecido contigo a la sombra del árbol sin sombra,
en tus manos resueltas,
ambas,
tierra y yo;
simientes tuyas
trastocadas arenas...
Te miro y me reflejas mi propia imagen,
ésa que tanto busco en ninguna parte.
Virtudes Montoro López © 2010
Que preciosos reflejos. Gracias por regalarnos los sentidos, Virtu.
ResponderEliminarGracias a ti por tenerlos abiertos!!!!
ResponderEliminarHola Virtudes, soy Eva. He conocido tu blog a través del muro de Pani en el Caralibro.Amo la poesía y a los poetas que la mantienen viva, como tú. Gracias por tu generosidad, tienes en mí una nueva seguidora.
ResponderEliminarGRACIAS A TI EVA, GRACIAS MIL.
ResponderEliminarQue sentimientos mas puros.Cada cosa que escribes me gusta más.Un beso Ana
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