miércoles, 4 de agosto de 2010

Caperucita Traslúcida




Y de sentirme así, ¿qué siento? Nada; vacío en la mordedura misma, ácida y cruel picazón en la médula, pellejos abiertos y carne traslúcida.
Transmutarse en algo distinto, dentro de fábulas infantiles, donde me pierdo, con lobos carnívoros y al acecho, en partícula misma de corrosivos sentimientos, devenir de estados anímicos superpuestos.
Todo no es eterno, nada es para siempre, convengo desquitarme la escafandra y salir al mundo con la piel desnuda, vigilada por escorpiones y serpientes amenazantes.
Lo sé, pero indago en el camino como sempiterna presa, fácil de capturar y arremeter.
Lo sé, pero no dejo de capturar los momentos, fútiles instantáneas que me acompañan en el filo mismo de lo imposible, de lo improbable.
No dejaré la senda, aún me trague sus fauces, seguiré buscándome en la cuadratura del círculo, en noches infinitas, con frío o calor, seguiré buscándote en la raíz misma donde convergen nuestras pisadas.