jueves, 20 de mayo de 2010

YOLANDA


Esparces un certero encuentro dentro de mi camino

de lo que nos unió cuando nos balanceábamos tullidas

al abrigo de nuestra cueva, forja de pieles y destino

que nos protegía del chaparrón y del sotavento



Tenazadas deshojábamos una a una las infancias

Yo prendida a ti, calca perfecta:

Cenízaro rojo en horizontes de acacias

mientras nuestra caverna se despeñaba en pubescente trapecio



Tú, partícula infinita ahuecada en la almáciga de lentisco

Tan densa resbalas lentamente y en la copa, sin ti, en dejadez

me mezo como péndulo atrasado en otro ciclo, como risco

que no deja de rodar buscando tu dirección



Sabes que no dejo de mirarte, como hoja purpúrea en el pendil

de la rama me niego a desprenderme,

tú en la cercanía miras como me precipito en cuesta senil,

en lodos de otros mundos que me embarran hasta el cuello



¡Si volvieran esos veranos dónde nos balanceábamos

en nuestra desdicha con el manto fraternal capotado

guareciéndonos todavía, cuando en niñez nos mirábamos

y nos sentíamos más libres y amadas que nunca!



¡Ay hermana, qué impronta me has dejado!

Que sin tener nada que decir

lo digo todo sólo con mirarnos

me adivinas los recuerdos y me sacas los secretos.


Virtudes Montoro López © 2010

domingo, 9 de mayo de 2010

Me llamo Vala


Sé que estoy viva porque no estoy muerta
Ya morí una vez, hace doce años
Los dientes me olían a rancia madera
Y el olor a salitre se me metía en los huesos.


Me llamo Vala, y no estoy muerta, aunque lo estuve
Me he saltado todas las normas de mi pueblo
He sido libre, porque antes fui encerrada en lumbre
Volcanes y ceniza, he sido libre porque antes fui presa


Me llamo Vala, antes me llamaba Virtudes
Soy libre, porque nunca lo fui, sigo viva aunque estuve muerta
No soy de nadie, ni de Dios ni de clubes
Estoy aquí, porque nunca estuve en ningún sitio


Todos los derechos reservados
Virtudes Montoro López © 2010

sábado, 1 de mayo de 2010

Querida mía


Reencontrarme contigo es lo mejor que me ha pasado.


Saber que después de veinte años, en unas solas horas me has rellenado, me has trasportado, me has mutado, me has devuelto la risa y has apagado la sed de amistad que me tenía la garganta seca.

Saber que te he buscado y te encontré, me ha descongelado el alma, amiga mía.


En un abrazo fundido, nos hemos reencarnado, hemos llorado por lo perdido y hemos reído por lo ganado.


Eres el mar atávico de mi niñez, preñada de inocencia, de juegos compartidos, de señuelos que seguíamos, del hambre de conocimiento que nos devoraba hasta los tuétanos.


Eres el mar calmo donde reside la mayor parte de lo que fui, de lo que soy y de lo que seré, la bruma blanca de la esperanza, el azul infinito de un futuro, ahora sé, cogidas de las manos, que puedo contar contigo, y tú conmigo.


Eres la perfecta combinación de dulzura, de hermosura de mujer resuelta, aunque no has crecido y sigues siendo esa niña, mi hermana callejera.

Eres fascinación, exquisitez, embrujo, magia, eres lo que tanto he buscado, lo que tanto he ansiado amiga, eres mí ser en el tuyo, ambos ahora lacrados para siempre.


Ansiosas por no defraudarnos, hemos amanecido de nuevo, para siempre entrelazadas nuestras palmas, decir te amo no me basta.




Todos los derechos reservados
Virtudes Montoro López © 2010