En medio del fluir constante de gente, alguna, desprevenida, te roza, otra te mira, y otra, no sabe que la estás mirando.
En medio de esas casualidades genéticas andantes, entre las que me encuentro yo, me pregunto, qué metáfora vital es la que ha ocasionado, que, justo ahora, cuando yo existo, exista toda esa gente, que me roza, que me mira, y a la que yo miro. Qué sentido tiene que, en este presente, existas tú, cuando quizá, nunca lleguemos ni a cruzarnos.
Y, si somos la sociogenética que otros antes fueron, esa mezcolanza de ADN y aculturación que nos define y que nos separa, ¿por qué habitamos un mismo espacio, un mismo tiempo sin más pretensión que esa?, ¿por qué me obstino en que toda esta conjetura casual, toda esta serendipia, debe aspirar a algo más que a erosionarnos en nuestro despiste?
Mi pretensión ambiciosa, me lleva a observaros, a memorizar vuestros rostros, heredados de tantos otros que se pasean delante de mí, a sentir un calor cercano en cada mirada. Me lleva, a estar muy atenta de cada paso que dais, y a preguntarme, qué puedes estar pensado.
Como meteoritos, como réplicas químicas universales, perfectas, que vagabundean y orbitan sobre su propio eje, y tan ajenos, al concierto de posibilidades que habita en y con cada uno de nosotros.
Virtudes Montoro López © 2011