viernes, 15 de octubre de 2010

Me veo, a gritos, llorándote.


Anudé la foto fija de tus ojos

a los míos; inquietos y encriptados.

Tan solo podían ver un techo negro;

desconocido, opaco e inmóvil.


Me encorseté entonces en tu frío cuerpo

vi como se resquebrajaba mi sangre

y mis huesos en dolor se derretían,

sentimos la humedad de lo estéril.


Así me quedé en ti cuando ya no eras.

Por ti, en ese espacio desoxigenado,

desmemoriado y pulcro habitáculo

que cubría todo lo que nunca serás.


Tras el vitral vi reflejado mi rostro,

en un súbito segundo te abandoné,

pude ver tu amarillento cuerpo solo

me pude ver, me veo, a gritos, llorándote.


A mi hermano Emilio.


Virtudes Montoro López © 2010