martes, 27 de julio de 2010

Te quiero descubrir


Te quiero en la siembra de tu niñez

preñado de soledad, mustia tortura

ajeno a otros mundos, en escasez

perdido entre guijarros voladores


Te quiero descubrir en esas horas

imberbes, pueriles, frías, marchitadas

Debajo de tu manto tibio, a solas

construyendo una coraza de frialdad


Te quiero adormecer niño-hombre

balancearte, acunarte, rescatarte

de la sordidez que no posee nombre

protegerte de tu propia apatía


Te quiero hombre, te quiero niño

Te quiero en tu adultez cándida

vaciándote de todo lo mezquino

sopor pasado, tu presente intacto


Te quiero niño, te quiero hombre

sin dolor, sin escondites y sin miedos

Te quiero niño, te quiero hombre

fluyendo en libertad sobre ti mismo



Virtudes Montoro López © 2010

7 comentarios:

  1. Unas palabras llenas de caricia-cariño hacia el hombre que amas y concibes en tu mente.

    Jeroni

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  2. Así es, una retrospectiva a su niñez, la que hubiera querido proteger...

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  3. Maravilloso a la vez que sincero y directo. Gracias por ver con tanta belleza y poesía momentos de amargura, gracias por convertir en arte la suciedad.
    Gracias por querer y no poder, y gracias por entender.

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  4. Gracias a ti por comentar, jomío, que esto es un milagro o algo parecido, y no te lo tomes a mal, todas las musas sois iguales, sois centro de la inmersión poética de las lunáticas y lunáticos como yo y ni os dais cuenta de la belleza que desprendéis...

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  5. Me ha encantao, si señor, precioso. Mil besos. Mariángeles.

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  6. Gracias mi niña, muchas gracias. Un beso enorme..

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  7. Genial, hay acá un poetiza de puta madre! Comparto una plegaria similiar, aunque no tan linda como la que acabé de leer recién:

    No me preguntes por qué te quiero, no me preguntes. No me preguntes por qué tus ojos son lo primero que buscan mis días despertar y la última espera mis noches volver a soñar. No me preguntes por qué te existo, por qué estoy aquí, por qué te busco en el empujón de los días agitados por las horas que el mundo me reclama y que avanzan sin embargo juntando retacitos de tu imagen como un alud que estalla en mi pecho y me devuelve de donde vengo a tus brazos encuentro y estoy. No me preguntes, te digo, por qué te quiero. No preguntes por luces y sombras que vendrán, yo no sé hablar estos futuros ni tampoco entiendo mucho qué pasados me trajeron a donde soy. No me preguntes el escándalo, la bronca, la sonrisa o el sol. No me preguntes, por favor. Di, sencillamente: Te quiero porque te quiero. Porque sos te quiero. Te quiero porque estoy. Te quiero porque soy. Te quiero no sé por qué te quiero. Te quiero y yo te creo. Te quiero, amor.

    Del libro: "Tan lejos que olvidar volver"

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