jueves, 27 de octubre de 2011

Las esquelas que no leímos


Alzo el cuello, como un cisne arrogante,

ahora, cuando nos comimos todas las esquinas

Desde una distancia de seguridad te lanzo el guante

mientras en el aire huele a rumiadas tizas


No hubo ocasión de contarte,

ni leer arrejuntados las esquelas

no tuve, por mi bien, que consolarte

ni tú, por el tuyo, ponerme treinta seis velas


Quería tan sólo decirte

que me he vuelto abstemia y no fumo,

que me cuido, sin propósito, pero que sobre todo

ya no te busco.


Virtudes Montoro López © 2011

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