Doce horas es el tiempo que me resta,
doce horas sobrevolando paisajes distantes
setecientos veinte minutos de espera,
cuando, en tan sólo un minuto,
me plegaste
Kilométrica distancia hacia el hueco de tu risa,
agónica esperanza por aferrar
tus gafas,
tus libros, tu memoria, tu distancia,
tu erótica mirada, tu frente, tus recuerdos,
tus brazos, tus manos, tu soledad carcelaria
Tiempo y espacio, decidme, ¿Qué os he hecho?
¿Por qué me vapuleáis a vuestro antojo?
Decidme palabras, ¿Qué mal cometí?
Que no me salió decirte, que no me brotasteis
para susurrarte, para contarte, que quiero:
Que me agrietes la verde camisa,
que me descorazones viva,
que me despedaces la boca
que me quebrantes la comisura
hasta que desparezcan todas la huellas
que no son tuyas,
hasta que se borren todos los besos
que di, y no fueron para ti.
Canallas, palabra-espacio-tiempo,
triada oscura que me sometéis
a amar a puro grito, sin remordimientos,
y que apenas en pie me sostenéis
tambaleándome entre todo esto que siento.
Virtudes Montoro López © 2013
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