jueves, 20 de mayo de 2010

YOLANDA


Esparces un certero encuentro dentro de mi camino

de lo que nos unió cuando nos balanceábamos tullidas

al abrigo de nuestra cueva, forja de pieles y destino

que nos protegía del chaparrón y del sotavento



Tenazadas deshojábamos una a una las infancias

Yo prendida a ti, calca perfecta:

Cenízaro rojo en horizontes de acacias

mientras nuestra caverna se despeñaba en pubescente trapecio



Tú, partícula infinita ahuecada en la almáciga de lentisco

Tan densa resbalas lentamente y en la copa, sin ti, en dejadez

me mezo como péndulo atrasado en otro ciclo, como risco

que no deja de rodar buscando tu dirección



Sabes que no dejo de mirarte, como hoja purpúrea en el pendil

de la rama me niego a desprenderme,

tú en la cercanía miras como me precipito en cuesta senil,

en lodos de otros mundos que me embarran hasta el cuello



¡Si volvieran esos veranos dónde nos balanceábamos

en nuestra desdicha con el manto fraternal capotado

guareciéndonos todavía, cuando en niñez nos mirábamos

y nos sentíamos más libres y amadas que nunca!



¡Ay hermana, qué impronta me has dejado!

Que sin tener nada que decir

lo digo todo sólo con mirarnos

me adivinas los recuerdos y me sacas los secretos.


Virtudes Montoro López © 2010

3 comentarios:

  1. Gracias a ti Natividad, nunca tendré sufucientes letras para a agradecerte tanto. Un beso enorme.

    ResponderEliminar
  2. Gracias mi Antoñita por dedicarme esta parte de ti, que es tb parte de mi; es parte de las dos y de nuestro devenir juntas a través de tiempos pasados, presentes y futuros, porque nuestros caminos se entrecuzan siempre al unísono ahora y en la hora de nuestra vida, amén.

    ResponderEliminar